Impunidad: el enemigo a vencer

Última actualización: 23 Junio 2015

"No hay nada tan peligroso como la impunidad, amigo mío, es entonces cuando la gente enloquece y se cometen las peores bestialidades, no importa el color de la piel, todos son iguales." Isabel Allende

Fuente: El Universal

De todos los grandes males que aquejan a nuestro país, tal vez el más costoso sea el de la impunidad. A fuerza de repetición, la estadística ya dejó de indignar y asombrar, pero no deja de ser trágica: de acuerdo con varias fuentes en México, 9 de cada 10 delitos quedan sin castigar (el Tec de Monterrey habla de 98.5% de impunidad). Esto significa que en nuestro país el que "la hace" simple y sencillamente "no la paga". ¿Qué implicaciones tiene esto para la sociedad?

En primer lugar, implicaciones económicas. En efecto, la corrupción y la impunidad traen costos a la economía, pues en países con altos niveles de corrupción, la llegada de inversiones disminuye hasta 5 por ciento. Estos males generan pérdidas de 5 por ciento a las ganancias de las empresas, le restan al crecimiento económico entre 2 y 10 puntos. Además, se ve afectado 14 por ciento del ingreso de las familias mexicanas.

En segundo lugar, implicaciones políticas. La corrupción y la impunidad erosionan la confianza de la sociedad en sus instituciones públicas y de representación. En 2013, 91 por ciento de los encuestados por Transparencia Internacional señaló que los partidos políticos son corruptos, 90 por ciento que la policía y 87 por ciento que los funcionarios públicos. No es casualidad que, por ejemplo, de acuerdo con la encuesta Latinobarómetro el apoyo a la democracia en México haya disminuido de 49% en 1995 a 37% en 2013. Cuando los ciudadanos consideran que deshonestidad y política son sinónimos, la democracia padece las consecuencias.

En tercer lugar, implicaciones sociales. Un caso ejemplar de impunidad son los paros de labores de la CNTE. Los maestros en paro no trabajan, pero siguen cobrando salarios. Desde el 1 de junio, cuando suspendieron el año lectivo, hasta el día de hoy, los más de 90 mil integrantes de la sección 22 han recibido 453 mil 230 pesos por conceptos de sus salarios. Poco les importó dejar sin clases a 1 millón 300 mil alumnos, con el consecuente perjuicio a la educación de la niñez mexicana. Todo un caso de recursos públicos desviados para beneficio privado, con un costo social enorme.

¿Qué se puede hacer ante un reto de esta magnitud?

Uno, la reforma al sistema de justicia penal. Como lo he expresado en numerosas ocasiones, es fundamental que esta reforma sea aplicada con voluntad política por todas las partes involucradas. En especial, jueces, magistrados y ministros tienen una responsabilidad clave para que la reforma construya un sistema de justicia eficaz. No basta con oír los alegatos de la defensa, sino realmente medir las repercusiones de liberar a un criminal. Se trata de hacer justicia a las víctimas, no de aprovechar resquicios o fundamentos legaloides que fomentan la impunidad, que tiene su origen, muchas veces, en malas averiguaciones previas.

Dos, la reforma que crea el Sistema Nacional Anticorrupción. Es fundamental que esta reforma cuente con la legislación secundaria necesaria para entrar plenamente en vigor. La sociedad espera que esta reforma no se quede en el papel. Hay que convertirla en toda una realidad ya que en ello va, en buena medida, el futuro de nuestra sociedad.

Tres, el cambio en la sociedad. Tenemos que impulsar un cambio de paradigma que deje de considerar la riqueza sin trabajo algo deseable. Por ejemplo: el periodista y escritor Sergio González Rodríguez plantea en su libro El robo del siglo cómo Zhen Li Yegon llega a México desde China en condiciones de pobreza.

La impunidad y la corrupción le permitieron desarrollar una carrera criminal ascendente que lo convirtió en uno de los traficantes más ricos del país. Este es un ejemplo de cómo la impunidad genera una "pirámide delincuencial".

Comprobado está que si un ladrón comete un leve robo y queda impune, su carrera criminal seguirá evolucionando. Al no ser castigado, un ladrón escala a extorsionador y sino es castigado sigue y, poco a poco escala en la pirámide hasta cometer delitos mayores. Ningún criminal empieza por arriba, la impunidad lo asciende a los crímenes más cruentos.

La impunidad de los grandes transas de México tiene un sólido cimiento jurídico y el Sistema Nacional Anticorrupción aún está en pañales. Por eso, tenemos que alcanzar altos niveles de investigación, control, y métricas en todos los elementos que componen los sistemas de gobierno, empresas privadas y elementos económicos en general, para poder realmente castigar a los criminales, extorsionadores, corruptos y demás agentes que viven del sistema parasitario que tanto afecta a nuestro país. México necesita romper con este círculo vicioso: corrupción, impunidad, más distancia entre poderosos y pobres, más cinismo, más impunidad.

La sociedad justa no está en la ideología comunista o socialista, pero tampoco en el imperialismo capitalista. La solución está en la meritocracia que produce el trabajo honesto, la educación tanto cultural como moral y la creación de un sistema que brinde a todos las mismas oportunidades. La impunidad es, en suma, el enemigo a vencer.

Presidente y fundador de la organización

@mexicosos

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