NOTAS SOBRE LA PRIVATIZACIÓN DE LOS CENTROS PENITENCIARIOS EN MÉXICO

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Factores sobre los que se asienta la propuesta de privatización



Factores sobre los que se asienta la propuesta de privatización

Más allá de las fugas de “El Chapo”, de los recurrentes motines, riñas entre bandas de la delincuencia organizada, asesinatos, maltratos y extorsión a los internos y sus familiares; de escandalosos e inadmisibles niveles de corrupción administrativa, tráfico de drogas, sobrepoblación, autogobiernos y comisión de ilícitos desde el interior de los inmuebles, la constante histórica es que un elevado porcentaje de centros penitenciarios en el país (municipales, estatales y federales) han padecido, de manera recurrente, graves deficiencias normativas, procedimentales y operativas.

Deficiencias que se pueden agrupar en dos rubros, aunque sólo para diferenciarlas, pues en conjunto constituyen una realidad endémica que es inocultable y afecta la administración y gobernabilidad de un elevado porcentaje de los centros de reclusión que conforman el sistema penitenciario nacional.

  • El primero de estos rubros se deriva de la limitada o inadecuada infraestructura con que cuentan los establecimientos y a la deficiente administración de los espacios de que disponen, lo que provoca el fenómeno de hacinamiento. A esto se viene a sumar la falta de personal de vigilancia y custodia, la capacitación y profesionalización de éste, así como a la opacidad en la aplicación de algunas leyes, reglamentos, manuales y normas existentes; de donde se derivan la mayoría de casos de autogobierno o cogobierno y cuya actualización y replanteamiento son necesarios para instrumentar una adecuada y eficiente administración penitenciaria, en consonancia con los preceptos y mandatos prescritos por la Reforma constitucional de 2008.
  • El segundo rubro está ubicado en el abuso de la prisión preventiva, que es el principal detonante de la sobrepoblación que acusan los penales en los estados y municipios del país, como han venido señalando diversos estudios nacionales e internacionales desde hace años.

    La sobrepoblación y hacinamiento penitenciarios conlleva mayores problemas, pues son el factor que propicia la contaminación criminógena, que no es otra cosa que la convivencia entre población sentenciada y procesada; la inadecuada separación de hombres y mujeres en áreas de servicio médico, en las actividades educativas y la visita íntima, donde se desencadena la disminución de la capacidad operativa del personal penitenciario por insuficiencia.

    A estas circunstancias hay que añadir otras problemáticas que han sido reportadas año con año por los Diagnósticos Nacionales de Supervisión Penitenciaria que elabora anualmente la CNDH desde 2011, como es: la existencia de un elevado número de centros penitenciarios que presta deficientes servicios de salud y alimentación a los internos, cuyas actividades laborales y de capacitación para el trabajo son o insuficientes o inexistentes, que carecen de programas de prevención de adicciones y desintoxicación voluntaria, práctica de actividades deportivas, así como de atención a mujeres, niños y otros grupos con requerimientos especiales. Servicios que cabe resaltar, constituyen una pieza clave para propiciar la reinserción social de los internos, una vez que cumplan sus sentencias.
La suma de los factores antes señalados, así como la falta de recursos públicos, propició que en 2010 el entonces presidente Felipe Calderón recurriera al financiamiento privado, bajo el esquema de Contratos de Prestación de Servicios (CPS), para construir 8 nuevos centros penitenciarios federales, a un costo de 4 mil millones de pesos, a fin de asumir la custodia de los presos por delitos del fuero federal, hacer frente a la sobrepoblación de reos federales en prisiones estatales, así como a abatir el hacinamiento en éstos y mejorar las condiciones de reclusión de las personas que cumplen sus sentencias o que se encuentran sujetas a proceso.

Cabe agregar que la iniciativa tenía su razón de ser, pues de los 44 mil 991 presos por delitos federales que existían en ese momento, aproximadamente el 82% se encontraba recluido en prisiones estatales o municipales. Factor que muchos analistas atribuyen a los efectos de la llamada guerra contra el narcotráfico, que había iniciado el gobierno calderonista a finales de 2006 y que, efectivamente, derivó en un incremento de las detenciones de integrantes de los grupos de la delincuencia organizada y el incremento de la población penitenciaria.

ESTRUCTURA ACTUAL DEL SISTEMA PENITENCIARIO FEDERAL

Con la construcción de los 8 penales planeados, los reclusorios de administración federal se incrementarían a 21, aunque en la actualidad el Sistema Penitenciario Federal cuenta con 17 Centros Federales de Readaptación Social que incluyen 7 Centros construidos bajo el esquema de Contratos de Prestación de Servicios (CPS), dos Complejos Penitenciarios y un Centro Federal de Rehabilitación Psicosocial (CEFEREPSI), que son administrados por el OADPRS los cuales tienen como misión garantizar las condiciones de seguridad máxima dentro de la normatividad, en un ambiente digno y de respeto a los derechos humanos, así como el fomento de la readaptación social con base en la disciplina y el trabajo.

Los ocho penales que se construyeron con capital privado fueron:

El CEFERESO Nº 11, en Hermosillo, Sonora, el CEFERESO Nº 12, en Ocampo, Guanajuato, el CEFERESO Nº 13, en Miahuatlán, Oaxaca, el CEFERESO Nº 14, en Gómez Palacios, Durango, el CEFERESO Nº 15, en Comatitlán, Chiapas, el CEFERESO Nº 16, en Morelos y el CEFERESO Nº 17, en Buenavista Tomatlán, Michoacán; quedando pendiente, en la actualidad, el CEFERESO de Ramos Arizpe, Coahuila.

EL MODELO DE CONTRATOS

Los contratos de concesión fueron otorgados a empresas como ICA, Homex y Tradeco, entre otras, por un plazo de 20 años, e implican un pago por el diseño del complejo penitenciario, la construcción y el equipamiento de las instalaciones y de algunos servicios tecnológicos. Estableciéndose la disposición de que las mismas empresas que se encargaron de la construcción operarían los servicios básicos de alimentación, lavandería y limpieza, entre otros, en tanto que la seguridad (custodia y vigilancia) se mantiene en manos del gobierno federal y los gobiernos estatales.

El antecedente de este esquema de financiamiento es el modelo de prisiones 100% privadas, que se aplicó en los Estados Unidos y el Reino Unido, mismo que ha caído en desuso durante los últimos años, debido a que han recibido críticas de organizaciones defensoras de los derechos humanos por considerar que su esquema de operaciones propicia abusos en contra de los internos y que los sistemas de internamiento aplicados son menos seguros.

LA OPERACIÓN DEL MODELO DE PRISIONES CONCESIONADAS

Conforme al estudio Privatización del Sistema Penitenciario en México, elaborado en 2016 por Documenta, A.C. y Análisis y Acción para la Justicia Social A.C., entre otros, los centros de reclusión construidos bajo esta modalidad financiera están focalizados en el modelo de máxima o alta seguridad, lo que permite una mayor inversión en la infraestructura y en las condiciones de seguridad (rejas, puertas blindadas, cámaras de seguridad), pero sin tomar en cuenta los aspectos de reinserción social o de contacto con las familias.

  • En primer lugar, porque los centros penitenciarios están geográficamente aislados y son de difícil acceso, lo cual implica problemas para que los familiares de los internos los visiten y para que estos mantengan el contacto familiar como un afluente de su rehabilitación.
  • Y, en segundo lugar, porque si bien se ha reportado que dichos penales cuentan con muy buenas instalaciones para talleres, centros de estudio, unidades médicas y para la convivencia de los hijos de las reclusas, dichas condiciones son bien aprovechadas, pues de acuerdo con un diagnóstico de la CNDH no hay personal para atenderlas a favor de la reinserción social de los presos.


De acuerdo con dicho diagnóstico, se sabe que los internos son mantenidos en sus celdas la mayor parte del día, con lo que se restringen las actividades educativas, de capacitación laboral y de esparcimiento, así como el derecho a atenderse problemas de salud.

En opinión de la Tercer Visitadora de la CNDH, Ruth Villanueva, responsable del estudio e informe que estamos citando: “Tenemos los mejores hospitales en los centros federales, no hay objeción, pero no hay médicos ni medicinas; el centro escolar está muy bien, pero no hay maestros ni un solo alumno; están los talleres perfectos, pero no hay trabajo. Las instalaciones lucen no sólo vacías, sino prácticamente nuevas”.

Más aún, los resultados del diagnóstico de calidad penitenciaria que realiza la CNDH arrojan que los penales en esquema CPS obtuvieron una calificación promedio de 6.93, que es incluso menor a la que tienen las cárceles que son operadas por el gobierno federal, que obtuvieron 7.34.

En sus conclusiones, el dictamen coincide con la opinión de expertos en la materia, en que el esquema de privatizar parte del sistema no es una alternativa que evite los problemas que aquejan a las prisiones públicas, pues replica deficiencias que impiden el cumplimiento de los objetivos de la reinserción social.

  • En tanto que la revisión administrativa realizada por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) en 2016, concluyó que el sistema penitenciario federal —incluidos los penales construidos con capital privado— carece de un programa integral de reinserción social, y sólo se limita a dar albergue, custodia e implementar actividades de manera aislada y desarticulada, determinando que el esquema de cárceles está enfocado a mantener la seguridad dentro de los CEFERESOS y no a contribuir a mejorar la seguridad pública.
  • Los resultados de esta política se encuentran en dos indicadores: autogobierno y reincidencia. En el primer caso, la CNDH determinó que en estos centros de reclusión el control y las funciones de gobierno las cumplen los servidores públicos. Aunque en reincidencia las noticias no son nada favorables para los fines que persigue el sistema penitenciario, pues en 2016 el 52.3% de los presos volvió a delinquir y este porcentaje viene en crecimiento desde 2014.
  • En general, la problemática de estos penales ‘semiprivados’ ha sido señalada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y el gobierno ha reconocido deficiencias en la atención médica a internos, pero ha defendido el esquema.




FUENTES CONSULTADAS:

Aurora Vega, Abrirán 8 nuevos penales federales; participa la IP en su construcción, Excélsior, 10 de febrero de 2012, consultado en: http://www.excelsior.com.mx/2012/10/02/nacional/862069

Rodrigo Vega, Las prisiones como negocio privado, Proceso, 16 de agosto de 2014, consultado en: http://www.proceso.com.mx/379678/las-prisiones-como-negocio-privado

Documenta/Análisis y Acción para la Justicia Social A.C., et. al. Privatización del Sistema Penitenciario en México, agosto de 2016, consultado en: http://www.documenta.org.mx/layout/archivos/2016-agosto-privatizacion-del-sistema-penitenciario-en-mexico.pdf

ASF, Informe del Resultado de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2015, Apartado: Prevención y Readaptación Social, Adquisición de Bienes y Servicios para los Centros Federales de Readaptación Social Auditoría Financiera y de Cumplimiento: 15-5-04D00-02-0014 14-GB, México, 15 de febrero de 2017, Consultado en: http://www.asf.gob.mx/uploads/55_Informes_de_auditoria/Mensaje_ASF_IRCP15.pdf

1 de noviembre de 2017.



     
   
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