El túnel y el espejo

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¿Por qué los memes y ocurrencias que hacen escarnio de los funcionarios responsables de la fuga de Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán, pero también ensalzan al criminal? El humor tiene una importante función psicológica: es una defensa que la mente crea para evadirse temporalmente de una realidad que puede parecer demasiado dura o cruel. Sí, pero…



La insólita fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán ha dado lugar a todo tipo de reacciones en nuestra sociedad. Hay, desde luego, un fuerte reclamo al gobierno, que tenía la obligación legal y la responsabilidad política de mantener a este criminal en prisión, no sólo por conservar un trofeo político, sino para evitar que siguiera dañando a la sociedad y pagara por sus actos. Pero no existió la capacidad para lograrlo y creo que lo que hemos visto en estos días, va más allá de la indignación y el enojo. Hemos sido testigos de una reacción de burla y cinismo en muchos sectores de la sociedad, que con “memes” y ocurrencias hacen escarnio de los funcionarios responsables, pero también ensalzan al criminal evadido. Lo primero me parece natural, porque la sociedad está exigiendo de muchas maneras que se rindan cuentas de las acciones y omisiones de los funcionarios que incumplieron con su deber. Pero lo segundo, el ensalzamiento colectivo del criminal en fuga, es un hecho preocupante que merece una reflexión más profunda.

Sin duda, el humor es una de las características que ayuda al ser humano a enfrentar situaciones difíciles. El humor permite poner los problemas en perspectiva, ayuda a reducir su perfil amenazante, genera un estado mental más propicio para la búsqueda de soluciones y fortalece los lazos entre quienes enfrentan el mismo desafío común. No son pocas las anécdotas de personas que han logrado superar situaciones extremas gracias a su capacidad para mantener el buen humor, bromear sobre lo que les ocurre y encontrar espacio para la risa en medio de la adversidad.

Esto es así porque el humor tiene una importante función psicológica: es una defensa que la mente crea para evadirse temporalmente de una realidad que puede parecer demasiado dura o cruel. Tal vez parte de la respuesta que hemos visto en la sociedad tiene que ver con esto: quizá con cada “meme”, con cada chiste, con cada ocurrencia jocosa estamos tratando de protegernos ante la idea terrible de que nuestro país está condenado a la impunidad y la corrupción. Estamos tratando de tomar con humor el hecho de que como sociedad, no hemos sido capaces de formar instituciones que resistan la corrupción. Estamos tratando de que la risa nos alivie el dolor que nos da el pensar que no hay espacio para la justicia.

Creo que “El Chapo” Guzmán dejó tras de sí, en la entrada del infame túnel que lo tiene hoy en la calle, un espejo enorme. En él, desde luego, se reflejan las carencias y limitaciones de las instituciones de seguridad y sus funcionarios. Y eso nos puede dar risa, claro. Pero en ese espejo también se están reflejando nuestras propias carencias y limitaciones como sociedad. Nuestra incapacidad para construir una cultura de la legalidad. Nuestra indiferencia por el desarrollo de las familias y el abandono a los jóvenes, que se traduce en violencia y criminalidad. Nuestra tendencia permanente a culpar a “otros” de lo que es nuestra responsabilidad. La risa aquí sirve como una forma de distanciarnos emocionalmente de lo que le pasa a nuestro propio país, como si eso fuera posible.

Ante esa realidad, tan dolorosa, la risa es normal, pero no puede volverse permanente. Porque la risa sana se convierte con el tiempo en indiferencia y en cinismo. No podemos solo cerrar los ojos ante el espejo. ¿Qué hacer entonces? No hay que inventar el hilo negro. Hay que seguir insistiendo en la correcta aplicación de la reforma al sistema de justicia penal. Tenemos que poner manos a la obra con mayor compromiso y seriedad a fin de alcanzar las metas que la Constitución ha planteado para 2016. Hay que redoblar esfuerzos en la limpieza y profesionalización de las policías. Hay que avanzar en la conformación de procuradurías eficaces. Hay que invertir los recursos, el tiempo y la energía que hagan falta para abrir el Poder Judicial al escrutinio de la sociedad. La agenda es muy clara y el momento no puede ser más propicio.

Si queremos que el espejo nos devuelva la imagen de un país con policías, ministerios públicos y jueces honorables y eficientes, entonces no hay tiempo que perder ni pretexto que poner. Lo que está en juego es bastante serio: nuestro futuro y viabilidad como sociedad. Nada para reír. Mucho para trabajar.

Por: Alejandro Martí

Fecha de Publicación: 22 de julio del 2015

Fuente: Animal Político

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